viernes, 30 de junio de 2017

Lección 181 | Confío en mis hermanos

Armonía Interior 





LECCIÓN 181

Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

Confiar en tus hermanos es esencial para establecer y sustentar tu fe en tu propia capacidad para transcender tus dudas y tu falta de absoluta convicción en ti mismo. Cuando atacas a un hermano, proclamas que está limitado por lo que tú has percibido en él. No estás viendo más allá de sus errores. Por el contrario, éstos se exageran, convirtiéndose en obstáculos que te impiden tener conciencia del Ser que se encuentra más allá de tus propios errores, así como de sus aparentes pecados y de los tuyos.
La percepción tiene un enfoque. Eso es lo que hace que lo que ves sea consistente. Cambia de enfoque, y lo que contemples, consecuentemente cambiará. Ahora se producirá un cambio en tu visión para apoyar la intención que ha reemplazado a la que antes tenías. Deja de concentrarte en los pecados de tu hermano, y experimentarás la paz que resulta de tener fe en la impecabilidad. El único apoyo que esta fe recibe procede de lo que ves en otros más allá de sus pecados. Pues sus errores, si te concentras en ellos, no son sino testigos de tus propios pecados. Y no podrás sino verlos, lo cual te impedirá ver la impecabilidad que se encuentra más allá de ellos.
En nuestras prácticas de hoy, por lo tanto, lo primero que vamos a hacer es dejar que todos esos insignificantes enfoques den paso a la gran necesidad que tenemos de que nuestra impecabilidad se haga evidente. Damos instrucciones a nuestras mentes para que, por un breve intervalo, eso, y sólo eso, sea lo que busquen. No vamos a preocuparnos por objetivos futuros. Lo que vimos un instante antes no nos preocupará en absoluto dentro de este lapso de tiempo en el que nuestra práctica consiste en cambiar de intención. Buscamos la inocencia y nada más. Y la buscamos sin interesarnos por nada que no sea el ahora.
Uno de los mayores obstáculos que ha impedido tu éxito ha sido tu dedicación a metas pasadas y futuras. El que las metas que propugna este curso sean tan extremadamente diferentes de las que antes tenías ha sido motivo de preocupación para ti. Y también te has sentido consternado por el pensamiento restrictivo y deprimente de que, incluso si tuvieses éxito, volverías inevitablemente a perder el rumbo.
¿Por qué habría eso de ser motivo de preocupación? Pues el pasado ya pasó y el futuro es tan sólo algo imaginario. Preocupaciones de esta índole no son sino defensas para impedir que cambiemos el enfoque de nuestra percepción en el presente. Nada más. Vamos a dejar de lado estas absurdas limitaciones por un momento. No vamos a recurrir a creencias pasadas, ni a dejar que lo que hayamos de creer en el futuro nos estorbe ahora. Damos comienzo a nuestra sesión de práctica con un solo propósito: ver la impecabilidad que mora dentro de nosotros.
Reconoceremos que hemos perdido de vista este objetivo si de alguna manera la ira se interpone en nuestro camino. Y si se nos ocurre pensar en los pecados de un hermano, nuestro restringido foco nos nublará la vista y nos hará volver los ojos hacia nuestros propios errores, que exageraremos y llamaremos "pecados". De modo que, por un breve intervalo, de surgir tales obstáculos, los transcenderemos sin ocuparnos del pasado o del futuro, dando instrucciones a nuestras mentes para que cambien de foco, según decimos:
No es esto lo que quiero contemplar.
Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.
Y nos valdremos asimismo de este pensamiento para mantenernos a salvo a lo largo del día. No estamos interesados en metas a largo plazo. Conforme cada uno de los obstáculos nuble la visión de nuestra impecabilidad, lo único que nos interesará será poner fin, por un instante, al dolor que, de concentrarnos en el pecado experimentaríamos, y que de no corregirlo, persistiría.
No vamos en pos de fantasías. Pues lo que procuramos contemplar está realmente ahí. Y conforme nuestro foco se extienda más allá del error, veremos un mundo completamente impecable. Y cuando sea esto lo único que queramos ver y lo único que busquemos en nombre de la verdadera percepción, los ojos de Cristo se volverán inevitablemente los nuestros. El Amor que Él siente por nosotros se volverá también el nuestro. Esto será lo único que veremos reflejado en el mundo, así como en nosotros mismos.
El mundo que una vez proclamó nuestros pecados se convierte ahora en la prueba de que somos incapaces de pecar. Y nuestro amor por todo aquel que contemplemos dará testimonio de que recordamos al santo Ser que no conoce el pecado, y de que jamás podría concebir nada que no compartiese Su impecabilidad. Éste es el recuerdo que queremos evocar hoy cuando consagramos nuestras mentes a la práctica. No miramos ni hacia delante ni hacia atrás. Miramos directamente al presente. Y depositamos nuestra fe en la experiencia que ahora pedimos. Nuestra impecabilidad no es sino la Voluntad de Dios. En este instante nuestra voluntad dispone lo mismo que la Suya.

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Un Curso de Milagros | Introducción a las lecciones 181-200

Armonía Interior 


Introducción a las lecciones 181-200

El propósito de estas próximas lecciones es intensificar tu buena voluntad a fin de fortalecer tu débil compromiso y de fundir todos tus variados objetivos en un solo empeño. No se te pide que tu dedicación sea total todo el tiempo. Pero sí que practiques ahora a fin de llegar a alcanzar la sensación de paz que, aunque sólo sea de manera intermitente, tal compromiso unificado brinda. Experimentar eso es lo que hará que estés completamente dispuesto a seguir el camino que este curso señala.
Nuestras lecciones están ahora orientadas específicamente a ampliar tus horizontes, y a tratar de manera directa con determinados obstáculos que mantienen tu visión constreñida y demasiado limitada para dejarte ver el valor de nuestro objetivo. Lo que nos proponemos ahora es transcender esos obstáculos, aunque sólo sea brevemente. Las palabras en sí no pueden transmitir la sensación de liberación que se experimenta una vez que se han eliminado dichos obstáculos. Mas la experiencia de libertad y de paz que descenderá sobre ti cuando renuncies a tu férreo control de lo que ves será más que suficiente para convencerte. Tu motivación se intensificará de tal manera que las palabras dejarán de ser relevantes. Sabrás con certeza lo que quieres y lo que no tiene valor.
Así pues, comencemos la jornada que nos llevará más allá de las palabras, concentrándonos en primer lugar en lo que todavía supone un escollo para tu progreso. La experiencia de lo que existe más allá de toda actitud defensiva sigue siendo inalcanzable mientras se siga negando. Quizá esté ahí, pero tú no puedes aceptar su presencia. De modo que lo que nos proponemos ahora es ir más allá de todas las defensas por un breve intervalo cada día. No se te pide nada más porque no se necesita nada más. Ello será suficiente para garantizar que todo lo demás llegue.

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jueves, 29 de junio de 2017

Lección 180 | Repaso de las lecciones 169 - 170

Armonía Interior 

LECCIÓN 180

Repaso de las lecciones 169 - 170

Lección 169 | Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.
Lección 170 | En Dios no hay crueldad ni en mi tampoco.



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miércoles, 28 de junio de 2017

Lección 179 - Repaso de las lecciones 167 - 168

Armonía Interior 

LECCIÓN 179

Repaso de las lecciones 167 - 168

Lección 167 | Sólo hay una vida, y ésa es la vida que comparto con Dios.
Lección 168 | Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.



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martes, 27 de junio de 2017

Lección 178 | Repaso de las lecciones 165 - 166

Armonía Interior 

LECCIÓN 178

Repaso de las lecciones 165 - 166

Lección 165 | Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios.
Lección 166 | Se me han confiado los dones de Dios.



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lunes, 26 de junio de 2017

Lección 177 | Repaso de las lecciones 163 - 164

Armonía Interior 

LECCIÓN 177

Repaso de las lecciones 163 - 164

   Lección 163 | La muerte no existe. El Hijo de Dios es libre.
         Lección 164 | Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.



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domingo, 25 de junio de 2017

Lección 176 | Repaso de las lecciones 161 - 162

Armonía Interior 

LECCIÓN 176

Repaso de las lecciones 161 - 162

                 Lección 161 | Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
                  Lección 162 | Soy tal como Dios me creó.



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sábado, 24 de junio de 2017

Lección 175 | Repaso de las lecciones 159 - 160

Armonía Interior 

LECCIÓN 175

Repaso de las lecciones 159 - 160

Lección 159 | Doy los milagros que he recibido.
Lección 160 | Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí.



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viernes, 23 de junio de 2017

Lección 174 | Repaso de las lecciones 157 - 158

Armonía Interior 

LECCIÓN 174

Repaso de las lecciones 157 - 158

Lección 157 | En Su Presencia he de estar ahora.
Lección 158 | Hoy aprendo a dar tal como recibo.


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jueves, 22 de junio de 2017

Lección 173 | Repaso de las lecciones 155 - 156

Armonía Interior 

LECCIÓN 173

Repaso de las lecciones 155 - 156

Lección 155 | Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino.
Lección 156 | Camino con Dios en perfecta santidad.



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miércoles, 21 de junio de 2017

Lección 172 | Repaso de las lecciones 153 - 154

Armonía Interior 

LECCIÓN 172

Repaso de las lecciones 153 - 154

Lección 153 | En mi indefensión radica mi seguridad.
                    Lección 154 | Me cuento entre los ministros de Dios.



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martes, 20 de junio de 2017

Lección 171 | Repaso de las lecciones 151 - 152

Armonía Interior 

LECCIÓN 171

Repaso de las lecciones 151 - 152

                         Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(151) Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.
                   (152) Tengo el poder de decidir.


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Quinto Repaso - Introducción

Armonía Interior 

Quinto Repaso - Introducción

Ahora iniciamos otro repaso. Esta vez estamos listos para poner más de nuestra parte y dedicar más tiempo a nuestro empeño. Reconocemos que nos estamos preparando para un nuevo nivel de entendimiento. Queremos dar este paso resueltamente, para poder seguir adelante con mayor certeza, mayor sinceridad y mayor fe. Nuestros pasos han sido inciertos, y las dudas nos han hecho andar con lentitud e inseguridad por el camino que este curso señala. Pero ahora vamos a ir más de prisa, pues nos estamos acercando a una mayor certeza, a un propósito más firme y a una meta más segura.
Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes, y háblanos, No tenemos nada que decirte, pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero que aun así, el hijo lo sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino.
De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos, Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que Tú siempre lo recordarás. Y si nos extraviamos, Tú no te olvidarás de llamarnos. Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta Ti. Y aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has dado.
He aquí - al final de este párrafo - el pensamiento que debe preceder a los pensamientos que vamos a repasar. Cada uno de éstos clarifica algún aspecto de dicho pensamiento o contribuye a hacerlo más significativo, más personal y verdadero, así como más descriptivo del santo Ser que compartimos y que ahora nos preparamos para conocer de nuevo:
Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.
Sólo este Ser conoce el amor. Sólo sus pensamientos son perfectamente congruentes; sólo ese Ser conoce a Su Creador, se comprende a sí mismo y goza de un conocimiento y amor perfectos, así como de un estado de unión constante con Su Padre y Consigo Mismo.
Y eso es lo que nos espera al final de la jornada. Cada paso que damos nos acerca un poco más. Este repaso acortará el tiempo de manera inconmensurable si tenemos presente que Eso es nuestra meta y que a medida que lo ponemos en práctica es a Eso a lo que nos acercamos. Levantemos de las cenizas nuestros corazones y dirijámoslos hacia la vida, recordando que Eso es lo que se nos promete, y que este curso nos fue enviado para allanar el sendero de la luz y enseñarnos, paso a paso, cómo regresar al eterno Ser que creíamos haber perdido.
Yo te acompaño en esta jornada. Pues por el momento comparto tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el camino por el que se supera toda duda y temor. Caminamos juntos. Es preciso que yo entienda lo que es la incertidumbre y el dolor, aun cuando sé que no tienen ningún significado. Sin embargo, un salvador debe permanecer con aquellos a quienes enseña, viendo lo que ellos ven, pero conservando en su mente el camino que lo condujo a su propia liberación, y que ahora te conducirá a ti a la tuya junto con él. Al Hijo de Dios se le sigue crucificando hasta que camines por esta senda conmigo.
Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano sin contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse más. Me siento renovado cada vez que un hermano aprende que hay un camino que nos libera a todos de la aflicción y del dolor. Y renazco cada vez que un hermano se vuelve hacia la luz que mora en él y me busca. No me he olvidado de nadie. Ayúdame ahora a conducirte de regreso allí donde la jornada empezó para que puedas llevar a cabo otra elección conmigo.
Libérame mientras practicas una vez más los pensamientos que te he traído de Aquel que ve tu extrema necesidad, y que conoce la respuesta que Dios le ha dado. Juntos repasaremos estos pensamientos. Juntos les dedicaremos nuestro tiempo y esfuerzos. Y juntos se los enseñaremos a nuestros hermanos. Dios no permitiría que en el Cielo faltase nada. Éste te está esperando, al igual que yo. Sin ti yo estoy incompleto. Conforme me complete regresaremos juntos a nuestro hogar ancestral, el cual se preparó para nosotros desde antes de que el tiempo comenzara, y se ha mantenido a salvo de los azotes de éste, así como inmaculado y seguro, tal como será cuando al tiempo le llegue su fin.
Permite, entonces, que este repaso sea el regalo que me haces a mí. Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las ofrezcas al mundo. Tú eres mi Voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los cuales llevo la salvación al mundo. El Ser desde el que te llamo no es sino tu propio Ser. A Él nos dirigimos juntos, Toma a tu hermano de la mano, pues no es éste un camino que recorramos solos. En él yo camino contigo y tú conmigo. La Voluntad del Padre es que Su Hijo sea uno con Él. ¿Cómo no iba a ser, entonces, todo lo que vive uno contigo?
Permite que este repaso sea un intervalo en el que compartimos una experiencia que es nueva para ti, aunque tan antigua como el tiempo e incluso aún más antigua. Santificado sea tu nombre, Inmaculada tu gloria para siempre. Tu plenitud ahora es total, tal como Dios lo dispuso. Tú eres Su Hijo, y completas Su extensión con la tuya. No practicamos sino una antigua verdad que sabíamos desde antes de que la ilusión pareciese apoderarse del mundo. Y le recordamos al mundo que está libre de toda ilusión cada vez que decimos:
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
Con esto damos comienzo a cada día de nuestro repaso. Con esto empezamos y con esto concluimos cada periodo de práctica. Y con ese pensamiento nos vamos a dormir para despertar con esas mismas palabras de nuevo en nuestros labios, y darle así la bienvenida al nuevo día. Todo pensamiento que repasemos lo envolvemos con ése, y utilizaremos dichos pensamientos para mantenerlo firme en la mente y claro en nuestra memoria a lo largo del día. Y así, cuando hayamos terminado este repaso, habremos reconocido que las palabras que decimos son verdad.
Las palabras, sin embargo, no son sino recursos auxiliares y, excepto por el uso que hacemos de ellas al principio y al final de cada periodo de práctica, se usarán sólo para recordarle a la mente su propósito, según lo dicte la necesidad. Ponemos nuestra fe en la experiencia que se deriva de las prácticas, no en los medios que utilizamos. Esperamos la experiencia, y reconocemos que sólo en ella radica la convicción. Usamos las palabras y tratamos una y otra vez de ir más allá de ellas hasta llegar a su significado, el cual está mucho más allá de su sonido. Éste se hace cada vez más tenue hasta que finalmente desaparece, a medida que nos acercamos a la Fuente del significado. Y ahí es donde hallamos reposo.

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lunes, 19 de junio de 2017

Lección 170 | En Dios no hay crueldad ni en mí tampoco.

Armonía Interior 





LECCIÓN 170

En Dios no hay crueldad ni en mí tampoco.

Nadie ataca sin la intención de herir. En esto no hay excepciones. Cuando piensas que atacas en defensa propia estás afirmando que ser cruel te protege, que la crueldad te mantiene a salvo. Estás afirmando que herir a otro te brinda libertad. Y estás afirmando también que atacar cambia el estado en que te encuentras por otro mejor, más seguro, donde estás más a salvo de los asaltos del peligro y del temor.
¡Qué descabellada es la idea de que atacando es la manera de defenderse del miedo! Pues he aquí donde se engendra el miedo y se le nutre de sangre para que crezca, se expanda y sea cada vez más rabioso. Ésta es la manera de proteger el miedo, no de escaparse de él. Hoy aprendemos una lección que te evitará más demoras y sufrimientos de los que te puedes imaginar. Y es ésta:
Tú fabricas aquello de lo que te defiendes. Y al defenderte contra ello haces que sea real e ineludible. Depón tus armas, y sólo entonces percibirás su falsedad.
Parece ser un enemigo externo a quien atacas. Sin embargo, al defenderte forjas un enemigo interno; un pensamiento extraño que está en guerra contigo, que te priva de paz y divide tu mente en dos bandos que parecen ser totalmente irreconciliables. Pues ahora el amor tiene un "enemigo", un opuesto; y el miedo, el extraño, necesita que lo defiendas contra la amenaza de lo que realmente eres.
Si examinases detenidamente los medios por los que tu ilusoria defensa propia procede a lo largo de su curso imaginario, te percatarías de las premisas sobre las que se basa la idea. En primer lugar, es obvio que las ideas tienen que abandonar su fuente, pues eres tú quien lanza el ataque y quien tuvo que haberlo concebido primero. No obstante, lanzas el ataque contra algo externo a ti y en tu mente te separas de aquel a quien atacas, completamente convencido de que la división a la que has dado lugar es real.
En segundo lugar, los atributos del amor se le confieren a su "enemigo" pues el miedo se convierte en tu refugio y en el protector de tu paz, y recurres a él en busca de solaz y de escape de cualquier duda con respecto a tu fortaleza, así como con la esperanza de poder descansar en una quietud sin sueños. Y al así despojar al amor de lo que le pertenece a él y sólo a él, se le dota con los atributos del miedo. Pues el amor te pediría que depusieses todas tus defensas por ser éstas meras necedades. Y ciertamente tus armas se desmoronarían y quedarían reducidas a polvo, pues eso es lo que son.
Al tener al amor como enemigo, la crueldad se convierte necesariamente en un dios. Y los dioses exigen que sus seguidores obedezcan sus mandatos sin rechistar. A aquellos que cuestionan la sensatez o cuando menos la cordura de tales exigencias, se les castiga severa e implacablemente. Pues son sus enemigos los que son irrazonables y dementes, mientras que ellos son siempre justos y misericordiosos.
Hoy examinaremos fríamente a este dios cruel. Y nos daremos cuenta de que aunque sus labios están manchados de sangre y de que de su boca parecen salir llamas, está hecho de piedra. No puede hacer nada. No tenemos que desafiar su poder pues no tiene ninguno. Y quienes ven en él su seguridad, no tienen ni guardián ni fortaleza a los que invocar en caso de peligro, ni ningún poderoso guerrero que salga en su defensa.
Este momento puede ser terrible. Pero también puede ser el momento en que te emancipas de tu abyecta esclavitud. Pues al estar frente a este ídolo y verlo exactamente como es, llevas a cabo una elección. ¿Vas a restituirle al amor lo que has procurado arrebatarle para ponerlo a los pies de ese inanimado bloque de piedra? ¿O vas a inventar otro ídolo para que lo reemplace? Pues el dios de la crueldad adopta muchas formas. Siempre es posible encontrar otra.
Mas no creas que el miedo es la manera de escapar del miedo. Recordemos lo que se ha subrayado en el texto con respecto a los obstáculos que la paz tiene que superar. De éstos, el último, el más difícil de creer que en realidad no es nada, si bien aparenta ser un bloque sólido, impenetrable, temible e insuperable, es el miedo a Dios Mismo. He aquí la premisa básica que entrona como un dios al pensamiento del miedo. Pues el miedo es venerado por aquellos que le rinden culto, y el amor parece ahora estar revestido de crueldad.
¿De dónde ha surgido la creencia tan irracional de que hay dioses de venganza? El amor no ha confundido sus atributos con los del miedo. Mas los que le rinden culto al miedo perciben su propia confusión en el "enemigo" del miedo, y la crueldad de éste como parte del amor. ¿Y qué podría ser ahora más temible que el Corazón del Amor Mismo? Sus labios parecen estar manchados de sangre y de su boca parece brotar fuego. Pero sobre todo, Él es terrible e increíblemente cruel, y siega las vidas de todos aquellos que lo consideran su Dios.
No hay duda acerca de la elección que hoy has de llevar a cabo. Pues hoy posarás tu mirada por última vez sobre ese bloque de piedra que tú mismo esculpiste, y dejarás de llamarle dios. Has llegado hasta este punto antes, pero has elegido que ese dios cruel permanezca contigo en otra forma. Y por eso el temor a Dios volvió a apoderarse de ti. Pero esta vez lo dejarás allí. Y al volver regresarás a un mundo nuevo, aliviado de ese peso; un mundo que no se ve a través de sus ojos ciegos, sino a través de la visión que te ha sido restituida gracias a tu elección.
Ahora tus ojos le pertenecen a Cristo y es Él quien mira a través de ellos. Ahora tu Voz le pertenece a Dios y se hace eco de la Suya. Ahora tu corazón permanecerá en paz para siempre. Lo has elegido a Él en lugar de los ídolos, y los atributos con los que tu Creador te bendijo te son por fin restituidos. La Llamada a Dios ha sido oída y contestada. Ahora el miedo ha dado paso al amor, al Dios Mismo reemplazar la crueldad.
Padre, somos como Tú. En nosotros no hay crueldad, puesto que en Ti no la hay. Tu paz es nuestra. Y bendecimos al mundo con lo que hemos recibido exclusivamente de Ti. Elegimos una vez más, y elegimos asimismo por todos nuestros hermanos, sabiendo que son uno con nosotros. Les brindamos Tu salvación tal como la hemos recibido ahora. Y damos gracias por ellos que nos completan. En ellos vemos Tu gloria y en ellos hallamos nuestra paz. Somos santos porque Tu santidad nos ha liberado. Y te damos gracias por ello. Amén.

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domingo, 18 de junio de 2017

Lección 169 | Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.

Armonía Interior 


LECCIÓN 169

Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.

La gracia es el atributo del Amor de Dios que más se asemeja al estado que prevalece en la unidad de la verdad. Es la aspiración más elevada que se puede tener en el mundo, pues conduce más allá de él. Se encuentra más allá del aprendizaje, aunque es su objetivo, pues la gracia no puede arribar hasta que la mente no se haya preparado a sí misma para aceptarla de verdad. La gracia se vuelve inevitable para aquellos que han preparado un altar donde ésta pueda ser dulcemente depositada y gustosamente recibida: un altar inmaculado y santo para este don.
La gracia es la aceptación del amor de Dios en un mundo de aparente odio y miedo. Sólo mediante la gracia pueden desaparecer el odio y el miedo, pues la gracia da lugar a un estado tan opuesto a todo lo que el mundo ofrece, que aquellos cuyas mentes están iluminadas por el don de la gracia no pueden creer que el mundo del miedo sea real.
La gracia no es algo que se aprende. El último paso tiene que ir más allá de todo aprendizaje. La gracia no es la meta que este curso aspira a alcanzar. No obstante, nos preparamos para ella en el sentido de que una mente receptiva puede oír la Llamada a despertar. Dicha mente no se ha cerrado completamente a la Voz de Dios. Se ha dado cuenta de que hay cosas que no sabe, y, por lo tanto, está lista para aceptar un estado completamente diferente de la experiencia con la que se siente a gusto por resultarle familiar.
Tal vez parezca que estamos contradiciendo nuestra afirmación de que el momento en que la revelación de que el Padre y el Hijo son uno ya se ha fijado. Pero hemos dicho también que la mente es la que determina cuándo ha de ocurrir ese momento, y que ya lo ha hecho. Te exhortamos, no obstante, a que des testimonio de la Palabra de Dios para hacer que la experiencia de la verdad llegue más pronto y para acelerar su advenimiento a toda mente que reconozca los efectos de la verdad en ti.
La unidad es simplemente la idea de que Dios es. Y en Su Ser, Él abarca todas las cosas. Ninguna mente contiene nada que no sea Él. Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido. No hay labios que las puedan pronunciar, ni ninguna parte de la mente es lo suficientemente diferente del resto como para poder sentir que ahora es consciente de algo que no sea ella misma. Se ha unido a su Fuente, y al igual que ella, simplemente es.
No podemos hablar, escribir, ni pensar en esto en absoluto. Pues aflorará en toda mente cuando el reconocimiento de que su voluntad es la de Dios se haya dado y recibido por completo. Ello hace que la mente retorne al eterno presente, donde el pasado y el futuro son inconcebibles. El eterno presente yace más allá de la salvación; más allá de todo pensamiento de tiempo, de perdón y de la santa faz de Cristo. El Hijo de Dios simplemente ha desaparecido en su Padre, tal como su Padre ha desaparecido en él. El mundo jamás ha tenido lugar. La eternidad permanece como un estado constante.
Esto está más allá de la experiencia que estamos tratando de acelerar. No obstante, cuando se enseña y se aprende lo que es el perdón, ello trae consigo experiencias que dan testimonio de que el momento en que la mente misma decidió abandonarlo todo excepto esto, está por llegar. No es que realmente lo podamos acelerar, toda vez que lo que vas a ofrecer es algo que simplemente se había ocultado de Aquel que enseña el significado del perdón.
Todo aprendizaje ya se encontraba en Su Mente, consumado y completo. Él reconoció todo lo que el tiempo encierra, y se lo dio a todas las mentes para que cada una de ellas pudiera determinar, desde una perspectiva en la que el tiempo ha terminado, cuándo ha de ser liberada para la revelación y la eternidad. Hemos repetido en varias ocasiones que no haces sino emprender una jornada que ya concluyó.
Pues la unidad no puede sino encontrarse aquí. Sea cual sea el momento que la mente haya fijado para la revelación ello es completamente irrelevante para lo que no puede sino ser un estado constante, eternamente como siempre ha sido, y como ha de seguir siendo eternamente. Nosotros simplemente asumimos el papel que se nos asignó hace mucho, y que Aquel que escribió el guión de la salvación en el Nombre de Su Creador y en el Nombre del Hijo de Su Creador, reconoció como perfectamente realizado.
No hay necesidad de clarificar más lo que nadie en el mundo puede entender. Cuando la revelación de tu unidad tenga lugar, lo sabrás y lo comprenderás plenamente. Pero por ahora es mucho lo que aún nos queda por hacer, pues aquellos que se encuentran en el tiempo pueden hablar de cosas que están más allá de él, y escuchar palabras que explican que lo que ha de venir ha pasado ya. Mas ¿qué significado pueden tener dichas palabras para los que todavía se rigen por el reloj, y se levantan, trabajan y se van a dormir de acuerdo con él?
Baste, pues, con decir que para desempeñar tu papel es mucho lo que aún te queda por hacer. El final seguirá siendo nebuloso hasta que hayas desempeñado por completo tu papel. Pero eso no importa pues tu papel sigue siendo el pilar sobre lo que todo lo demás descansa. Conforme asumas el papel que se te encomendó, la salvación se acercará un poco más a cada corazón incierto cuyo latir no esté aún en sintonía con Dios.
El perdón es el eje central de la salvación, pues hace que todos sus aspectos tengan una relación significativa entre sí, dirige su trayectoria y asegura su resultado. Y ahora pedimos que se nos conceda la gracia, el último regalo que la salvación puede otorgar. La experiencia que la gracia proporciona es temporal, pues la gracia es un preludio del Cielo, pero sólo reemplaza a la idea de tiempo por un breve lapso.
Mas ese lapso es suficiente Pues ahí es donde se depositan los milagros, que tú has de devolver de los instantes santos que recibes a través de la gracia que experimentas, a todos los que ven la luz que aún refulge en tu faz. ¿Qué es la faz de Cristo sino la de aquel que se adentró por un momento en la intemporalidad y al volver trajo consigo para bendecir al mundo, un claro reflejo de la unidad que experimentó allí? ¿Cómo podrías llegar a alcanzarla para siempre, mientras una parte de ti se encuentre afuera, ignorante y dormida, necesitada de que tú des testimonio de la verdad?
Siéntete agradecido de poder regresar, de la misma manera en que te alegró ir por un instante, y acepta los dones que la gracia te otorgó. Es a ti mismo a quien se los traes. Y la revelación no está muy lejos. Su llegada es indudable. Pedimos que se nos conceda la gracia y la experiencia que procede de ella. Damos la bienvenida a la liberación que les ofrece a todos. No estamos pidiendo lo que no se puede pedir. No tenemos nuestras miras puestas en aquello que está más allá de lo que la gracia puede conceder. Pues eso lo podemos dar con la gracia que se nos ha concedido.
Nuestro objetivo de aprendizaje de hoy no excede lo que expresa esta plegaria. Mas ¿qué puede haber en el mundo que sobrepase lo que en este día le pedimos a Aquel que nos concede la gracia que pedimos, tal como se le concedió a Él?
Por la gracia Vivo. Por la gracia soy liberado. Por la gracia doy. Por la gracia he de liberar.

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sábado, 17 de junio de 2017

Lección 168 | Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.

Armonía Interior 



LECCIÓN 168

Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.

Dios nos habla. ¿No deberíamos nosotros acaso hablarle a Él? Dios no es algo distante. No trata de ocultarse de nosotros. Somos nosotros los que tratamos de ocultarnos de Él, y somos víctimas del engaño. Él siempre está enteramente accesible. Él ama a su Hijo. De nada, excepto de esto se puede estar seguro, pero con eso basta. Él amará a su Hijo eternamente. Aun cuando su mente duerme, Él lo ama. Y cuando su mente despierte, Él lo seguirá amando con un Amor que jamás ha de cambiar.
Si supieras el significado de Su Amor, tanto la esperanza como la desesperación serían imposibles. Pues toda esperanza quedaría colmada para siempre y cualquier clase de desesperación sería inconcebible. Su gracia es Su respuesta para toda desesperación, pues en ella radica el recuerdo de Su Amor. ¿Cómo no iba Él a proporcionar gustosamente los medios a través de los cuales puede reconocerse Su Voluntad? Su gracia es tuya sólo con que la reconozcas. Y Su memoria despertará en la mente que le pida los medios a través de los cuales su sueño termina.
Hoy le pedimos a Dios el regalo que con más celo ha conservado dentro de nuestros corazones, en espera de que se le reconozca. Se trata del regalo mediante el cual Dios se inclina hasta nosotros y nos eleva, dando así Él Mismo el último paso de la salvación. Todos los pasos, excepto éste, los aprendemos siguiendo las instrucciones de Su Voz. Pero al final es Él Mismo Quien viene, y tomándonos en Sus Brazos hace que todas las telarañas de nuestro sueño desaparezcan. Su regalo de gracia es algo más que una simple respuesta, pues restaura todas las memorias que la mente que duerme había olvidado y toda la certeza acerca del significado del Amor.
Dios ama a Su Hijo. Pídele ahora que te proporcione los medios a través de los cuales este mundo desaparece, y primero vendrá la visión, y un instante más tarde, el conocimiento. Pues en la gracia ves una luz envolver al mundo con amor, y al miedo borrarse de todos los semblantes conforme los corazones se alzan y reclaman la luz como suya. ¿Qué queda ahora que pueda demorar al Cielo un sólo instante más? ¿Qué queda aún por hacer cuando tu perdón descansa sobre todas las cosas?
Hoy es un día nuevo y santo, pues recibimos lo que se nos ha dado. Nuestra fe radica en el Dador, no en nuestra aceptación. Reconocemos nuestros errores, pero Aquel que no sabe de errores es Quien ha de responder a ellos, proporcionándonos los medios con los que podemos dejarlos atrás y elevarnos hasta Él con gratitud y amor.
Y Él desciende para recibirnos, según nosotros nos acercamos a Él. Pues lo que Él nos ha preparado, Él lo da y nosotros lo recibimos. Tal es Su Voluntad, pues Él ama a Su Hijo. A Él elevamos nuestras oraciones hoy, devolviéndole tan sólo la palabra que Él nos dio a través de Su Propia Voz, Su Palabra, Su Amor:
Tu gracia me es dada. La reclamo ahora. Padre, vengo a Ti. Y Tú vendrás a mí que te lo pido, pues soy el Hijo que Tú amas.

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viernes, 16 de junio de 2017

Lección 169 | Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.,

Armonía Interior



LECCIÓN 169

Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.

La gracia es el atributo del Amor de Dios que más se asemeja al estado que prevalece en la unidad de la verdad. Es la aspiración más elevada que se puede tener en el mundo, pues conduce más allá de él. Se encuentra más allá del aprendizaje, aunque es su objetivo, pues la gracia no puede arribar hasta que la mente no se haya preparado a sí misma para aceptarla de verdad. La gracia se vuelve inevitable para aquellos que han preparado un altar donde ésta pueda ser dulcemente depositada y gustosamente recibida: un altar inmaculado y santo para este don.
La gracia es la aceptación del amor de Dios en un mundo de aparente odio y miedo. Sólo mediante la gracia pueden desaparecer el odio y el miedo, pues la gracia da lugar a un estado tan opuesto a todo lo que el mundo ofrece, que aquellos cuyas mentes están iluminadas por el don de la gracia no pueden creer que el mundo del miedo sea real.
La gracia no es algo que se aprende. El último paso tiene que ir más allá de todo aprendizaje. La gracia no es la meta que este curso aspira a alcanzar. No obstante, nos preparamos para ella en el sentido de que una mente receptiva puede oír la Llamada a despertar. Dicha mente no se ha cerrado completamente a la Voz de Dios. Se ha dado cuenta de que hay cosas que no sabe, y, por lo tanto, está lista para aceptar un estado completamente diferente de la experiencia con la que se siente a gusto por resultarle familiar.
Tal vez parezca que estamos contradiciendo nuestra afirmación de que el momento en que la revelación de que el Padre y el Hijo son uno ya se ha fijado. Pero hemos dicho también que la mente es la que determina cuándo ha de ocurrir ese momento, y que ya lo ha hecho. Te exhortamos, no obstante, a que des testimonio de la Palabra de Dios para hacer que la experiencia de la verdad llegue más pronto y para acelerar su advenimiento a toda mente que reconozca los efectos de la verdad en ti.
La unidad es simplemente la idea de que Dios es. Y en Su Ser, Él abarca todas las cosas. Ninguna mente contiene nada que no sea Él. Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido. No hay labios que las puedan pronunciar, ni ninguna parte de la mente es lo suficientemente diferente del resto como para poder sentir que ahora es consciente de algo que no sea ella misma. Se ha unido a su Fuente, y al igual que ella, simplemente es.
No podemos hablar, escribir, ni pensar en esto en absoluto. Pues aflorará en toda mente cuando el reconocimiento de que su voluntad es la de Dios se haya dado y recibido por completo. Ello hace que la mente retorne al eterno presente, donde el pasado y el futuro son inconcebibles. El eterno presente yace más allá de la salvación; más allá de todo pensamiento de tiempo, de perdón y de la santa faz de Cristo. El Hijo de Dios simplemente ha desaparecido en su Padre, tal como su Padre ha desaparecido en él. El mundo jamás ha tenido lugar. La eternidad permanece como un estado constante.
Esto está más allá de la experiencia que estamos tratando de acelerar. No obstante, cuando se enseña y se aprende lo que es el perdón, ello trae consigo experiencias que dan testimonio de que el momento en que la mente misma decidió abandonarlo todo excepto esto, está por llegar. No es que realmente lo podamos acelerar, toda vez que lo que vas a ofrecer es algo que simplemente se había ocultado de Aquel que enseña el significado del perdón.
Todo aprendizaje ya se encontraba en Su Mente, consumado y completo. Él reconoció todo lo que el tiempo encierra, y se lo dio a todas las mentes para que cada una de ellas pudiera determinar, desde una perspectiva en la que el tiempo ha terminado, cuándo ha de ser liberada para la revelación y la eternidad. Hemos repetido en varias ocasiones que no haces sino emprender una jornada que ya concluyó.
Pues la unidad no puede sino encontrarse aquí. Sea cual sea el momento que la mente haya fijado para la revelación ello es completamente irrelevante para lo que no puede sino ser un estado constante, eternamente como siempre ha sido, y como ha de seguir siendo eternamente. Nosotros simplemente asumimos el papel que se nos asignó hace mucho, y que Aquel que escribió el guión de la salvación en el Nombre de Su Creador y en el Nombre del Hijo de Su Creador, reconoció como perfectamente realizado.
No hay necesidad de clarificar más lo que nadie en el mundo puede entender. Cuando la revelación de tu unidad tenga lugar, lo sabrás y lo comprenderás plenamente. Pero por ahora es mucho lo que aún nos queda por hacer, pues aquellos que se encuentran en el tiempo pueden hablar de cosas que están más allá de él, y escuchar palabras que explican que lo que ha de venir ha pasado ya. Mas ¿qué significado pueden tener dichas palabras para los que todavía se rigen por el reloj, y se levantan, trabajan y se van a dormir de acuerdo con él?
Baste, pues, con decir que para desempeñar tu papel es mucho lo que aún te queda por hacer. El final seguirá siendo nebuloso hasta que hayas desempeñado por completo tu papel. Pero eso no importa pues tu papel sigue siendo el pilar sobre lo que todo lo demás descansa. Conforme asumas el papel que se te encomendó, la salvación se acercará un poco más a cada corazón incierto cuyo latir no esté aún en sintonía con Dios.
El perdón es el eje central de la salvación, pues hace que todos sus aspectos tengan una relación significativa entre sí, dirige su trayectoria y asegura su resultado. Y ahora pedimos que se nos conceda la gracia, el último regalo que la salvación puede otorgar. La experiencia que la gracia proporciona es temporal, pues la gracia es un preludio del Cielo, pero sólo reemplaza a la idea de tiempo por un breve lapso.
Mas ese lapso es suficiente Pues ahí es donde se depositan los milagros, que tú has de devolver de los instantes santos que recibes a través de la gracia que experimentas, a todos los que ven la luz que aún refulge en tu faz. ¿Qué es la faz de Cristo sino la de aquel que se adentró por un momento en la intemporalidad y al volver trajo consigo para bendecir al mundo, un claro reflejo de la unidad que experimentó allí? ¿Cómo podrías llegar a alcanzarla para siempre, mientras una parte de ti se encuentre afuera, ignorante y dormida, necesitada de que tú des testimonio de la verdad?
Siéntete agradecido de poder regresar, de la misma manera en que te alegró ir por un instante, y acepta los dones que la gracia te otorgó. Es a ti mismo a quien se los traes. Y la revelación no está muy lejos. Su llegada es indudable. Pedimos que se nos conceda la gracia y la experiencia que procede de ella. Damos la bienvenida a la liberación que les ofrece a todos. No estamos pidiendo lo que no se puede pedir. No tenemos nuestras miras puestas en aquello que está más allá de lo que la gracia puede conceder. Pues eso lo podemos dar con la gracia que se nos ha concedido.
Nuestro objetivo de aprendizaje de hoy no excede lo que expresa esta plegaria. Mas ¿qué puede haber en el mundo que sobrepase lo que en este día le pedimos a Aquel que nos concede la gracia que pedimos, tal como se le concedió a Él?
Por la gracia Vivo. Por la gracia soy liberado. Por la gracia doy. Por la gracia he de liberar.

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