jueves, 31 de marzo de 2016

Lección 91 - Los milagros se ven en la luz.

Armonía Interior

LECCIÓN 91

Los milagros se ven en la luz.

Es importante recordar que los milagros y la visión van necesariamente de la mano. Esto necesita repetirse una y otra vez. Es una de las ideas centrales de tu nuevo sistema de pensamiento, y de la percepción a la que da lugar. El milagro está siempre aquí. Tu visión no causa su presencia, ni su ausencia es el resultado de que no veas. Es únicamente tu conciencia de los milagros la que se ve afectada. Los verás en la luz, mas no los verás en la obscuridad.
Para ti, pues, la luz es crucial. Mientras sigas en la obscuridad no podrás ver el milagro. Por lo tanto, estarás convencido de que no está ahí. Esto se deriva de las mismas premisas de las que procede la obscuridad. Negar la luz hace que te resulte imposible percibirla. No percibir la luz es percibir la obscuridad. La luz entonces no te sirve de nada, a pesar de que está ahí. No la puedes usar porque su presencia te es desconocida. Y la aparente realidad de la obscuridad hace que la idea de la luz no tenga sentido.
Si se te dijera que lo que no ves se encuentra ahí, ello te parecería una locura. Es muy difícil llegar a convencerse de que lo que en verdad es una locura es no ver lo que se encuentra ahí, y, en su lugar, ver lo que no está ahí. Tú no dudas de que los ojos del cuerpo puedan ver. No dudas de la realidad de las imágenes que te muestran. Tienes absoluta fe en la obscuridad, no en la luz. ¿Cómo se puede invertir esto? Tú no lo podrías hacer solo, pero no estás solo en esto.
Tus esfuerzos, por insignificantes que sean, están fuertemente respaldados. Sólo con que te percatases de cuán grande es esa fortaleza, tus dudas desaparecerían. Hoy dedicaremos el día a tratar de que sientas esa fortaleza. Cuando hayas sentido la fortaleza que mora en ti, la cual pone fácilmente a tu alcance todos los milagros, dejarás de dudar. Los milagros que tu sensación de debilidad ocultan se harán patentes de inmediato en tu conciencia una vez que sientas la fortaleza que mora en ti.
Reserva diez minutos en tres ocasiones hoy para tener un rato de quietud en el que trates de dejar atrás tu debilidad. Esto se puede lograr fácilmente si te das instrucciones a ti mismo de que no eres un cuerpo. La fe se canaliza hacia lo que deseas, y tú diriges la mente en conformidad con ello. Tu voluntad sigue siendo tu maestro, y dispone de toda la fortaleza necesaria para hacer lo que desea. Puedes escaparte del cuerpo si así lo decides. Puedes experimentar la fortaleza que mora en ti.
Comienza las sesiones de práctica más largas con esta declaración que entraña una auténtica relación de causa y efecto:
Los milagros se ven en la luz.
Los ojos del cuerpo no perciben la luz.
Mas yo no soy un cuerpo. ¿Qué soy entonces?
La pregunta con la que finaliza esta declaración es crucial para los ejercicios de hoy. Lo que piensas que eres es una creencia que debe ser erradicada. Pero lo que realmente eres es algo que tiene que serte revelado. La creencia de que eres un cuerpo necesita ser corregida, ya que es un error. La verdad de lo que eres apela a la fortaleza que mora en ti para que lleve a tu conciencia lo que el error oculta.
Si no eres un cuerpo, ¿qué eres entonces? Necesitas hacerte consciente de lo que el Espíritu Santo utiliza para reemplazar en tu mente la imagen de que eres un cuerpo. Necesitas sentir algo en lo que depositar tu fe a medida que la retiras del cuerpo. Necesitas tener una experiencia real de otra cosa, algo más sólido y seguro; algo más digno de tu fe y que realmente esté ahí.
Si no eres un cuerpo, ¿qué eres entonces? Hazte esta pregunta honestamente, y dedica después varios minutos a dejar que los pensamientos erróneos que tienes acerca de tus atributos sean corregidos y a que sus opuestos ocupen su lugar. Puedes decir, por ejemplo:
No soy débil, sino fuerte.
No soy un inútil, sino alguien todopoderoso.
No estoy limitado, sino que soy ilimitado.
No tengo dudas, sino seguridad.
No soy una ilusión, sino algo real.
No puedo ver en la obscuridad, sino en la luz.
En la segunda parte de tu sesión de práctica, trata de experimentar estas verdades acerca de ti mismo. Concéntrate en especial en la experiencia de fortaleza. Recuerda que toda sensación de debilidad está asociada con la creencia de que eres un cuerpo, la cual es una creencia errónea y no merece que se tenga fe en ella. Deja de tener fe en ella, aunque sólo sea por un instante. A medida que avancemos te irás acostumbrando a tener fe en lo que es más valioso en ti.
Relájate durante el resto de la sesión de práctica, confiando en que tus esfuerzos, por insignificantes que sean, tienen todo el respaldo de la fortaleza de Dios y de todos Sus Pensamientos. De Ellos es de donde procederá tu fortaleza. A través de Su fuerte respaldo es como sentirás la fortaleza que mora en ti. Dios y todos Sus Pensamientos se unen a ti en esta sesión de práctica, en la que compartes un propósito semejante al de Ellos. De Ellos es la luz en la que verás milagros porque Su fortaleza es tuya. Su fortaleza se convierte en tus ojos para que puedas ver.
Cinco o seis veces por hora, a intervalos razonablemente regulares, recuérdate a ti mismo que los milagros se ven en la luz. Asegúrate también de hacerle frente a cualquier tentación con la idea de hoy. La siguiente variación podría resultarte útil para este propósito especial:
Los milagros se ven en la luz.
No voy a cerrar los ojos por causa de esto.
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miércoles, 30 de marzo de 2016

Lección 90 - Repaso de las lecciones 79 - 80

Armonía Interior

LECCIÓN 90

Repaso de las lecciones 79 - 80

(79) Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto.
Hoy quiero darme cuenta de que el problema es siempre alguna forma de resentimiento que quiero abrigar. Quiero comprender también que la solución es siempre un milagro al que le permito ocupar el lugar del resentimiento. Hoy quiero recordar la simplicidad de la salvación, reforzando la lección de que sólo hay un problema y sólo una solución. El problema es un resentimiento; la solución, un milagro. E invito a la solución cuando perdono la causa del resentimiento y le doy la bienvenida al milagro que entonces ocupa su lugar.
Para las aplicaciones concretas de esta idea puedes usar las siguientes variaciones:
Esto supone un problema para mí que quiero que se resuelva.
El milagro que se encuentra tras este resentimiento lo resolverá por mí.
La solución de este problema es el milagro que el problema oculta.
(80) Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.
La única razón de que parezca tener problemas es que estoy usando el tiempo indebidamente. Creo que el problema ocurre primero, y que debe transcurrir cierto tiempo antes de que pueda resolverse. No veo el problema y la solución como acontecimientos simultáneos. Ello se debe a que aún no me he dado cuenta de que Dios ubicó la solución junto al problema, de manera que el tiempo no los pudiera separar. El Espíritu Santo me enseñará esto si se lo permito. Y comprenderé que es imposible que yo pudiera tener un problema que no se hubiese resuelto ya.
Las siguientes variaciones de la idea de hoy resultarán útiles para las aplicaciones concretas:
No tengo que esperar a que esto se resuelva.
La solución a este problema ya se me ha dado, si estoy dispuesto a aceptaría.
El tiempo no puede separar este problema de su solución.
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martes, 29 de marzo de 2016

Lección 89 - Repaso de las lecciones 77 - 78

Armonía Interior

LECCIÓN 89

Repaso de las lecciones 77 - 78

(77) Tengo derecho a los milagros.
Tengo derecho a los milagros porque no me gobiernan otras leyes que las de Dios. Sus leyes me liberan de todos mis resentimientos y los reemplazan con milagros. Voy a aceptar los milagros en lugar de los resentimientos, los cuales no son sino ilusiones que ocultan los milagros que se encuentran tras ellos. Voy a aceptar ahora solamente aquello a lo que las leyes de Dios me dan derecho, de manera que pueda usarlo en beneficio de la función que Él me ha dado.
Puedes usar las siguientes sugerencias para las aplicaciones concretas de esta idea:
Detrás de esto hay un milagro al que tengo derecho.
No voy a abrigar ningún resentimiento contra ti, [nombre], sino que te voy a ofrecer el milagro al que tienes derecho.
Visto correctamente esto me ofrece un milagro.
(78) ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
Mediante esta idea uno mi voluntad a la del Espíritu Santo y percibo las dos cual una sola. Mediante esta idea acepto mi liberación del infierno. Mediante esta idea expreso que estoy dispuesto a que todas mis ilusiones sean reemplazadas por la verdad de acuerdo con el plan de Dios para mi salvación. No haré excepciones ni substituciones. Lo que quiero es todo el Cielo y sólo el Cielo, tal como la Voluntad de Dios ha dispuesto que lo tenga.
Las variaciones que pueden resultar útiles a la hora de aplicar concretamente la idea son:
No quiero excluir este resentimiento de mi salvación.
[Nombre], dejemos que los milagros reemplacen todos nuestros resentimientos.
Detrás de esto se encuentra el milagro que reemplaza todos mis resentimientos.
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lunes, 28 de marzo de 2016

Lección 88 - Repaso de las lecciones 75 - 76

Armonía Interior

LECCIÓN 88

Repaso de las lecciones 75 - 76

(75) La luz ha llegado.
Al elegir la salvación en lugar del ataque, estoy simplemente eligiendo reconocer lo que ya está ahí. La salvación es una decisión que ya se tomó. El ataque y los resentimientos no existen como opciones. Por eso es por lo que siempre elijo entre la verdad y la ilusión; entre lo que está y lo que no está ahí. La luz ha llegado. Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa. La luz ha reemplazado a la obscuridad, y la obscuridad ha desaparecido.
Las siguientes variaciones pueden ser útiles para las aplicaciones concretas de esta idea:
Esto no puede mostrarme la obscuridad, pues la luz ha llegado.
Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver.
No quiero ver en esto más que lo que hay ahí.
(76) No me gobiernan otras leyes que las de Dios.
He aquí la perfecta declaración de mi libertad. No me gobiernan otras leyes que las de Dios. La tentación de inventar otras leyes y de permitir que me subyuguen me acecha constantemente. Sufro únicamente porque creo en ellas. Pero en realidad no me afectan en absoluto. Estoy perfectamente a salvo de los efectos de cualquier ley, excepto las de Dios. Y las Suyas son las leyes de la libertad.
Para las aplicaciones concretas de esta idea, las siguientes variaciones pueden resultar útiles:
Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen.
Veo únicamente las leyes de Dios operando en esto.
Permítaseme dejar que sean las leyes de Dios las que operen en esto, y no las mías.
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