jueves, 30 de junio de 2016

Lección 182 | Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi hogar.

Armonía Interior


Lección 182 | Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi hogar.

Este mundo en el que pareces vivir no es tu hogar. Y en algún recodo de tu mente sabes que esto es verdad. El recuerdo de tu hogar sigue rondándote, como si hubiera un lugar que te llamase a regresar, si bien no reconoces la Voz, ni lo que ésta te recuerda. No obstante, sigues sintiéndote como un extraño aquí, procedente de algún lugar desconocido. No es algo tan concreto que puedas decir con certeza que eres un exilado aquí. Es más bien un sentimiento persistente, no más que una leve punzada a veces, que en otras ocasiones apenas recuerdas, algo que descartas sin ningún miramiento, pero que sin duda ha de volver a rondarte otra vez.
No hay nadie que no sepa de qué estamos hablando. Sin embargo, hay quienes tratan de ahogar su sufrimiento entreteniéndose en juegos para pasar el tiempo y no sentir su tristeza. Otros prefieren negar que están tristes, y no reconocen en absoluto que se están tragando las lágrimas. Hay quienes afirman incluso que esto de lo que estamos hablando son ilusiones y que no se debe considerar más que como un sueño. Sin embargo, ¿quién podría honestamente afirmar, sin ponerse a la defensiva o engañarse a sí mismo, que no sabe de lo que estamos hablando?
Hoy hablamos en nombre de todo aquel que vaga por este mundo, pues en él no está en su hogar. Camina a la deriva enfrascado en una búsqueda interminable, buscando en la obscuridad lo que no puede hallar, y sin reconocer qué es lo que anda buscando. Construye miles de casas, pero ninguna de ellas satisface a su desasosegada mente. No se da cuenta de que las construye en vano. El hogar que anda buscando, él no lo puede construir. El Cielo no tiene substituto. Lo único que él jamás construyó fue un infierno.
Tal vez pienses que lo que quieres encontrar es el hogar de tu infancia. La infancia de tu cuerpo y el lugar que le dio cobijo son ahora recuerdos tan distorsionados que lo que guardas es simplemente una imagen de un pasado que nunca tuvo lugar. Mas en ti hay un Niño que anda buscando la casa de Su Padre, pues sabe que Él es un extraño aquí. Su infancia es eterna, llena de una inocencia que ha de perdurar para siempre. Por dondequiera que este Niño camina es tierra santa. Su santidad es lo que ilumina al Cielo, y lo que trae a la tierra el prístino reflejo de la luz que brilla en lo alto, en la que el Cielo y la tierra se encuentran unidos cual uno solo.
Este Niño que mora en ti es el que tu Padre conoce como Su Hijo. Este Niño que mora en ti es el que conoce a Su Padre. Él anhela tan profunda e incesantemente volver a Su hogar, que Su Voz te suplica que lo dejes descansar por un momento. Tan sólo pide unos segundos de respiro: un intervalo en el que pueda volver a respirar el aire santo que llena la casa de Su Padre. Tú eres también Su hogar. Él retornará. Pero dale un poco de tiempo para que pueda ser lo que es dentro de la paz que es Su hogar, y descansar en silencio, en paz y en amor.
Este Niño necesita tu protección. Se encuentra muy lejos de Su hogar. Es tan pequeño que parece muy fácil no hacerle caso y no oír Su vocecilla, quedando así Su llamada de auxilio ahogada en los estridentes sonidos y destemplados y discordantes ruidos del mundo. No obstante, Él sabe que en ti aún radica Su protección. Tú no le fallarás. Él volverá a Su hogar, y tú lo acompañarás.
Este Niño es tu indefensión, tu fortaleza. Él confía en ti. Vino porque sabía que tú no le fallarías. Te habla incesantemente de Su hogar con suaves murmullos. Pues desea llevarte consigo de vuelta a él a fin de poder Él Mismo permanecer allí y no tener que regresar de nuevo a donde no le corresponde estar y donde vive proscrito en un mundo de pensamientos que le son ajenos. Su paciencia es infinita. Esperará hasta que oigas Su dulce Voz dentro de ti instándote a que lo dejes ir en paz, junto contigo, a donde Él se encuentra en Su casa, al igual que tú.
Cuando estés en perfecta quietud por un instante, cuando el mundo se aparte de ti y las vanas ideas que abrigas en tu desasosegada mente dejen de tener valor, oirás Su Voz. Su llamada es tan conmovedora que ya no le ofrecerás más resistencia. En ese instante te llevará a Su hogar, y tú permanecerás allí con Él en perfecta quietud, en silencio y en paz, más allá de las palabras, libre de todo temor y de toda duda, sublimemente seguro de que estás en tu hogar.
Descansa a menudo con Él hoy. Pues Él estuvo dispuesto a convertirse en un Niño pequeño para que tú pudieras aprender cuán fuerte es aquel que viene sin defensas, ofreciendo únicamente los mensajes del amor a quienes creen ser sus enemigos. Con el poder del Cielo en Sus manos, los llama amigos y les presta Su fortaleza para que puedan darse cuenta de que Él quiere ser su Amigo. Les pide que lo protejan, pues Su hogar está muy lejos, y Él no quiere regresar a él solo.
Cristo renace como un Niño pequeño cada vez que un peregrino abandona su hogar. Pues éste debe aprender que a quien quiere proteger es sólo a este Niño, que viene sin defensas y a Quien la indefensión ampara. Ve con Él a tu hogar de vez en cuando hoy. Tú eres un extraño aquí, al igual que Él.
Dedica algún tiempo hoy a dejar a un lado tu escudo que de nada te ha servido, y a deponer la espada y la lanza que blandiste contra un enemigo imaginario. Cristo te ha llamado amigo y hermano. Ha venido incluso a pedirte ayuda para que lo dejes regresar a Su hogar hoy, íntegro y completamente. Ha venido como lo haría un niño pequeño, que tiene que implorar la protección y el amor de su padre. Él rige el universo, y, sin embargo, te pide incesantemente que regreses con Él y que no sigas convirtiendo a las ilusiones en dioses.
Tú no has perdido tu inocencia. Y eso es lo que anhelas; lo que tu corazón desea. Ésa es la Voz que oyes y la llamada que no se puede ignorar. Ese santo Niño todavía sigue a tu lado. Su hogar es el tuyo. Hoy Él te da Su indefensión, y tú la aceptas a cambio de todos los juguetes bélicos que has fabricado. Y ahora el camino está libre y despejado, y el final de la jornada puede por fin vislumbrarse. Permanece muy quedo por un instante, regresa a tu hogar junto con Él y goza de paz por un rato.

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miércoles, 29 de junio de 2016

Lección 181 | Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

Armonía Interior




Lección 181 | Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

Confiar en tus hermanos es esencial para establecer y sustentar tu fe en tu propia capacidad para transcender tus dudas y tu falta de absoluta convicción en ti mismo. Cuando atacas a un hermano, proclamas que está limitado por lo que tú has percibido en él. No estás viendo más allá de sus errores. Por el contrario, éstos se exageran, convirtiéndose en obstáculos que te impiden tener conciencia del Ser que se encuentra más allá de tus propios errores, así como de sus aparentes pecados y de los tuyos.
La percepción tiene un enfoque. Eso es lo que hace que lo que ves sea consistente. Cambia de enfoque, y lo que contemples, consecuentemente cambiará. Ahora se producirá un cambio en tu visión para apoyar la intención que ha reemplazado a la que antes tenías. Deja de concentrarte en los pecados de tu hermano, y experimentarás la paz que resulta de tener fe en la impecabilidad. El único apoyo que esta fe recibe procede de lo que ves en otros más allá de sus pecados. Pues sus errores, si te concentras en ellos, no son sino testigos de tus propios pecados. Y no podrás sino verlos, lo cual te impedirá ver la impecabilidad que se encuentra más allá de ellos.
En nuestras prácticas de hoy, por lo tanto, lo primero que vamos a hacer es dejar que todos esos insignificantes enfoques den paso a la gran necesidad que tenemos de que nuestra impecabilidad se haga evidente. Damos instrucciones a nuestras mentes para que, por un breve intervalo, eso, y sólo eso, sea lo que busquen. No vamos a preocuparnos por objetivos futuros. Lo que vimos un instante antes no nos preocupará en absoluto dentro de este lapso de tiempo en el que nuestra práctica consiste en cambiar de intención. Buscamos la inocencia y nada más. Y la buscamos sin interesarnos por nada que no sea el ahora.
Uno de los mayores obstáculos que ha impedido tu éxito ha sido tu dedicación a metas pasadas y futuras. El que las metas que propugna este curso sean tan extremadamente diferentes de las que antes tenías ha sido motivo de preocupación para ti. Y también te has sentido consternado por el pensamiento restrictivo y deprimente de que, incluso si tuvieses éxito, volverías inevitablemente a perder el rumbo.
¿Por qué habría eso de ser motivo de preocupación? Pues el pasado ya pasó y el futuro es tan sólo algo imaginario. Preocupaciones de esta índole no son sino defensas para impedir que cambiemos el enfoque de nuestra percepción en el presente. Nada más. Vamos a dejar de lado estas absurdas limitaciones por un momento. No vamos a recurrir a creencias pasadas, ni a dejar que lo que hayamos de creer en el futuro nos estorbe ahora. Damos comienzo a nuestra sesión de práctica con un solo propósito: ver la impecabilidad que mora dentro de nosotros.
Reconoceremos que hemos perdido de vista este objetivo si de alguna manera la ira se interpone en nuestro camino. Y si se nos ocurre pensar en los pecados de un hermano, nuestro restringido foco nos nublará la vista y nos hará volver los ojos hacia nuestros propios errores, que exageraremos y llamaremos "pecados". De modo que, por un breve intervalo, de surgir tales obstáculos, los transcenderemos sin ocuparnos del pasado o del futuro, dando instrucciones a nuestras mentes para que cambien de foco, según decimos:
No es esto lo que quiero contemplar.
Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.
Y nos valdremos asimismo de este pensamiento para mantenernos a salvo a lo largo del día. No estamos interesados en metas a largo plazo. Conforme cada uno de los obstáculos nuble la visión de nuestra impecabilidad, lo único que nos interesará será poner fin, por un instante, al dolor que, de concentrarnos en el pecado experimentaríamos, y que de no corregirlo, persistiría.
No vamos en pos de fantasías. Pues lo que procuramos contemplar está realmente ahí. Y conforme nuestro foco se extienda más allá del error, veremos un mundo completamente impecable. Y cuando sea esto lo único que queramos ver y lo único que busquemos en nombre de la verdadera percepción, los ojos de Cristo se volverán inevitablemente los nuestros. El Amor que Él siente por nosotros se volverá también el nuestro. Esto será lo único que veremos reflejado en el mundo, así como en nosotros mismos.
El mundo que una vez proclamó nuestros pecados se convierte ahora en la prueba de que somos incapaces de pecar. Y nuestro amor por todo aquel que contemplemos dará testimonio de que recordamos al santo Ser que no conoce el pecado, y de que jamás podría concebir nada que no compartiese Su impecabilidad. Éste es el recuerdo que queremos evocar hoy cuando consagramos nuestras mentes a la práctica. No miramos ni hacia delante ni hacia atrás. Miramos directamente al presente. Y depositamos nuestra fe en la experiencia que ahora pedimos. Nuestra impecabilidad no es sino la Voluntad de Dios. En este instante nuestra voluntad dispone lo mismo que la Suya.

Un Curso de Milagros | Introducción a las lecciones 181-200

Armonía Interior

Introducción a las lecciones 181-200

El propósito de estas próximas lecciones es intensificar tu buena voluntad a fin de fortalecer tu débil compromiso y de fundir todos tus variados objetivos en un solo empeño. No se te pide que tu dedicación sea total todo el tiempo. Pero sí que practiques ahora a fin de llegar a alcanzar la sensación de paz que, aunque sólo sea de manera intermitente, tal compromiso unificado brinda. Experimentar eso es lo que hará que estés completamente dispuesto a seguir el camino que este curso señala.
Nuestras lecciones están ahora orientadas específicamente a ampliar tus horizontes, y a tratar de manera directa con determinados obstáculos que mantienen tu visión constreñida y demasiado limitada para dejarte ver el valor de nuestro objetivo. Lo que nos proponemos ahora es transcender esos obstáculos, aunque sólo sea brevemente. Las palabras en sí no pueden transmitir la sensación de liberación que se experimenta una vez que se han eliminado dichos obstáculos. Mas la experiencia de libertad y de paz que descenderá sobre ti cuando renuncies a tu férreo control de lo que ves será más que suficiente para convencerte. Tu motivación se intensificará de tal manera que las palabras dejarán de ser relevantes. Sabrás con certeza lo que quieres y lo que no tiene valor.
Así pues, comencemos la jornada que nos llevará más allá de las palabras, concentrándonos en primer lugar en lo que todavía supone un escollo para tu progreso. La experiencia de lo que existe más allá de toda actitud defensiva sigue siendo inalcanzable mientras se siga negando. Quizá esté ahí, pero tú no puedes aceptar su presencia. De modo que lo que nos proponemos ahora es ir más allá de todas las defensas por un breve intervalo cada día. No se te pide nada más porque no se necesita nada más. Ello será suficiente para garantizar que todo lo demás llegue.
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martes, 28 de junio de 2016

Lección 180 | Repaso de las lecciones 169 - 170

Armonía Interior



Lección 180 | Repaso de las lecciones 169 - 170

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

(169) Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

(170) En Dios no hay crueldad ni en mi tampoco.

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

lunes, 27 de junio de 2016

Lección 179 - Repaso de las lecciones 167 - 168

Armonía Interior



LECCIÓN 179

Repaso de las lecciones 167 - 168

(167) Sólo hay una vida, y ésa es la vida que comparto con Dios.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(168) Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

domingo, 26 de junio de 2016

Lección 178 | Repaso de las lecciones 165 - 166

Armonía Interior



LECCIÓN 178

Repaso de las lecciones 165 - 166

(165) Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(166) Se me han confiado los dones de Dios.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

sábado, 25 de junio de 2016

Lección 177 | Repaso de las lecciones 163 - 164

Armonía Interior


LECCIÓN 177

Repaso de las lecciones 163 - 164

(163) La muerte no existe. El Hijo de Dios es libre.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(164) Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

viernes, 24 de junio de 2016

Lección 176 | Repaso de las lecciones 161 - 162

Armonía Interior



LECCIÓN 176

Repaso de las lecciones 161 - 162

(161) Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(162) Soy tal como Dios me creó.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

jueves, 23 de junio de 2016

Lección 175 | Repaso de las lecciones 159 - 160

Armonía Interior



LECCIÓN 175

Repaso de las lecciones 159 - 160

(159) Doy los milagros que he recibido.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(160) Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

miércoles, 22 de junio de 2016

Lección 174 | Repaso de las lecciones 157 - 158

Armonía Interior



LECCIÓN 174

Repaso de las lecciones 157 - 158

(157) En Su Presencia he de estar ahora.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(158) Hoy aprendo a dar tal como recibo.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

martes, 21 de junio de 2016

Lección 173 | Repaso de las lecciones 155 - 156

Armonía Interior



LECCIÓN 173

Repaso de las lecciones 155 - 156

(155) Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(156) Camino con Dios en perfecta santidad.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

lunes, 20 de junio de 2016

Lección 172 | Repaso de las lecciones 153 - 154

Armonía Interior



LECCIÓN 172

Repaso de las lecciones 153 - 154

(153) En mi indefensión radica mi seguridad.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(154) Me cuento entre los ministros de Dios.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo

domingo, 19 de junio de 2016

Lección 171 | Repaso de las lecciones 151 - 152

Armonía Interior




LECCIÓN 171

Repaso de las lecciones 151 - 152

(151) Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
(152) Tengo el poder de decidir.
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Quinto Repaso - Introducción

Armonía Interior

Quinto Repaso - Introducción

Ahora iniciamos otro repaso. Esta vez estamos listos para poner más de nuestra parte y dedicar más tiempo a nuestro empeño. Reconocemos que nos estamos preparando para un nuevo nivel de entendimiento. Queremos dar este paso resueltamente, para poder seguir adelante con mayor certeza, mayor sinceridad y mayor fe. Nuestros pasos han sido inciertos, y las dudas nos han hecho andar con lentitud e inseguridad por el camino que este curso señala. Pero ahora vamos a ir más de prisa, pues nos estamos acercando a una mayor certeza, a un propósito más firme y a una meta más segura.
Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes, y háblanos, No tenemos nada que decirte, pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero que aun así, el hijo lo sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino.
De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos, Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que Tú siempre lo recordarás. Y si nos extraviamos, Tú no te olvidarás de llamarnos. Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta Ti. Y aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has dado.
He aquí - al final de este párrafo - el pensamiento que debe preceder a los pensamientos que vamos a repasar. Cada uno de éstos clarifica algún aspecto de dicho pensamiento o contribuye a hacerlo más significativo, más personal y verdadero, así como más descriptivo del santo Ser que compartimos y que ahora nos preparamos para conocer de nuevo:
Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.
Sólo este Ser conoce el amor. Sólo sus pensamientos son perfectamente congruentes; sólo ese Ser conoce a Su Creador, se comprende a sí mismo y goza de un conocimiento y amor perfectos, así como de un estado de unión constante con Su Padre y Consigo Mismo.
Y eso es lo que nos espera al final de la jornada. Cada paso que damos nos acerca un poco más. Este repaso acortará el tiempo de manera inconmensurable si tenemos presente que Eso es nuestra meta y que a medida que lo ponemos en práctica es a Eso a lo que nos acercamos. Levantemos de las cenizas nuestros corazones y dirijámoslos hacia la vida, recordando que Eso es lo que se nos promete, y que este curso nos fue enviado para allanar el sendero de la luz y enseñarnos, paso a paso, cómo regresar al eterno Ser que creíamos haber perdido.
Yo te acompaño en esta jornada. Pues por el momento comparto tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el camino por el que se supera toda duda y temor. Caminamos juntos. Es preciso que yo entienda lo que es la incertidumbre y el dolor, aun cuando sé que no tienen ningún significado. Sin embargo, un salvador debe permanecer con aquellos a quienes enseña, viendo lo que ellos ven, pero conservando en su mente el camino que lo condujo a su propia liberación, y que ahora te conducirá a ti a la tuya junto con él. Al Hijo de Dios se le sigue crucificando hasta que camines por esta senda conmigo.
Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano sin contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse más. Me siento renovado cada vez que un hermano aprende que hay un camino que nos libera a todos de la aflicción y del dolor. Y renazco cada vez que un hermano se vuelve hacia la luz que mora en él y me busca. No me he olvidado de nadie. Ayúdame ahora a conducirte de regreso allí donde la jornada empezó para que puedas llevar a cabo otra elección conmigo.
Libérame mientras practicas una vez más los pensamientos que te he traído de Aquel que ve tu extrema necesidad, y que conoce la respuesta que Dios le ha dado. Juntos repasaremos estos pensamientos. Juntos les dedicaremos nuestro tiempo y esfuerzos. Y juntos se los enseñaremos a nuestros hermanos. Dios no permitiría que en el Cielo faltase nada. Éste te está esperando, al igual que yo. Sin ti yo estoy incompleto. Conforme me complete regresaremos juntos a nuestro hogar ancestral, el cual se preparó para nosotros desde antes de que el tiempo comenzara, y se ha mantenido a salvo de los azotes de éste, así como inmaculado y seguro, tal como será cuando al tiempo le llegue su fin.
Permite, entonces, que este repaso sea el regalo que me haces a mí. Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las ofrezcas al mundo. Tú eres mi Voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los cuales llevo la salvación al mundo. El Ser desde el que te llamo no es sino tu propio Ser. A Él nos dirigimos juntos, Toma a tu hermano de la mano, pues no es éste un camino que recorramos solos. En él yo camino contigo y tú conmigo. La Voluntad del Padre es que Su Hijo sea uno con Él. ¿Cómo no iba a ser, entonces, todo lo que vive uno contigo?
Permite que este repaso sea un intervalo en el que compartimos una experiencia que es nueva para ti, aunque tan antigua como el tiempo e incluso aún más antigua. Santificado sea tu nombre, Inmaculada tu gloria para siempre. Tu plenitud ahora es total, tal como Dios lo dispuso. Tú eres Su Hijo, y completas Su extensión con la tuya. No practicamos sino una antigua verdad que sabíamos desde antes de que la ilusión pareciese apoderarse del mundo. Y le recordamos al mundo que está libre de toda ilusión cada vez que decimos:
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
Con esto damos comienzo a cada día de nuestro repaso. Con esto empezamos y con esto concluimos cada periodo de práctica. Y con ese pensamiento nos vamos a dormir para despertar con esas mismas palabras de nuevo en nuestros labios, y darle así la bienvenida al nuevo día. Todo pensamiento que repasemos lo envolvemos con ése, y utilizaremos dichos pensamientos para mantenerlo firme en la mente y claro en nuestra memoria a lo largo del día. Y así, cuando hayamos terminado este repaso, habremos reconocido que las palabras que decimos son verdad.
Las palabras, sin embargo, no son sino recursos auxiliares y, excepto por el uso que hacemos de ellas al principio y al final de cada periodo de práctica, se usarán sólo para recordarle a la mente su propósito, según lo dicte la necesidad. Ponemos nuestra fe en la experiencia que se deriva de las prácticas, no en los medios que utilizamos. Esperamos la experiencia, y reconocemos que sólo en ella radica la convicción. Usamos las palabras y tratamos una y otra vez de ir más allá de ellas hasta llegar a su significado, el cual está mucho más allá de su sonido. Éste se hace cada vez más tenue hasta que finalmente desaparece, a medida que nos acercamos a la Fuente del significado. Y ahí es donde hallamos reposo.
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